Trump protegió su camisa blanca y su corbata con un delantal. Luego de que le explicaran cómo se preparan las papas fritas, se puso manos a la obra: las frió, las saló abundantemente y las colocó en bolsitas.
Conocido por su afición a las hamburguesas y la comida rápida, el septuagenario político se dirigió entonces al mostrador. «Regalo de Trump», le dijo a una familia que esperaba ser atendida en un restaurante de Feasterville, cerca de Filadelfia.
«Con esto ya trabajé 15 minutos más que Kamala, que jamás ha trabajado aquí», comentó al cabo de un cuarto de hora.
Kamala Harris ha afirmado que en el verano de 1983, cuando period estudiante, trabajó en un McDonald’s, alternando entre la caja, la freidora y la máquina de helados en un restaurante de Alameda, cerca de Oakland, California.
Trump sostiene que se trata de una mentira de la candidata demócrata, aunque sin aportar pruebas de ello. Tampoco el equipo campaña de la vicepresidenta ha probado la veracidad de la versión de Harris.
El trabajo ocasional en un restaurante de comida rápida es, de hecho, una realidad con la que millones de estadounidenses pueden identificarse.