Sin embargo, con la escalada de ataques desde Washington, el llamado a la prudencia de Meloni corre el riesgo de ser cada vez menos escuchado.
En las principales cancillerías europeas crece la convicción de que solo una respuesta clara y unida a los eventuales aranceles estadounidenses podría tener alguna efectividad. Y es una respuesta de la que Italia no podrá eximirse. La prudencia ha sido la estrella guía de Meloni en la mesa de los líderes europeos, reunidos en el Palais d’Egmont para el «retiro» organizado por el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa.
«Con Washington es necesario el diálogo, Europa no puede meterse en un callejón sin salida con un ‘muro contra muro’ con Trump»», fue, según se informa, el razonamiento que Meloni compartió con sus homólogos. Lo que alarma a Roma es la creciente tentación de responder de manera frontal a las amenazas que está surgiendo en importantes cancillerías como las de París, Berlín y Madrid.
Meloni se sentó en la mesa de los 27 con una certeza: si bien para Italia no es imposible escapar a los aranceles estadounidenses -Trump, en teoría, podría decidir golpear a los bienes de países que considera adversarios, eximiendo a los gobiernos «amigos»-, un posible contraataque de Bruselas, con la imposición de aranceles a productos estadounidenses, afectaría a las 27 capitales por igual.
Nadie puede desmarcarse, ya que, según los tratados, esta es una decisión que recae únicamente en la Comisión Europea. Sin embargo, la partida de Meloni no es nada fácil. No todos están convencidos de que ella sea la mejor interlocutora de Estados Unidos en nombre de Europa. En parte, por el protagonismo de algunos líderes; en parte, por el escepticismo que aún persiste entre los partidos más europeístas -especialmente liberales y socialistas- sobre las políticas de la derecha italiana.
«Me pregunto si Giorgia Meloni se ha preguntado qué hacía sola con Trump, porque es evidente que entre ser amigos y ser funcionales a un plan de desintegración de Europa hay solo un paso», lanzó como crítica Elly Schlein tras la reunión de los socialistas previa a la cumbre de la UE en el Palais d’Egmont.
«Quien quiera hacer lo mejor para Italia hoy debe apostar por la unidad europea», agregó la líder del Partido Demócrata. Frente al ala ultraeuropeísta, en el tema de una posible guerra comercial de aranceles, la postura de Italia se alinea más con la de Polonia, los países nórdicos y los bálticos, quienes están decididos a limitar la ira de Trump para no perder el respaldo estadounidense a Ucrania.
Este grupo, en particular, está impulsando la compra de más gas natural licuado (GNL) y más armas a Estados Unidos, en un intento por atender las demandas de Washington.
En el ámbito militar, Italia también está dispuesta a aumentar su contribución a la OTAN, pero se opone totalmente a que el incremento en el gasto en defensa repercuta en los presupuestos nacionales. Meloni ha recibido garantías de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sobre la *»plena flexibilidad»* en el marco del Pacto de Estabilidad.
Sin embargo, en cuanto a la deuda común, tuvo que enfrentar una nueva y firme negativa de Alemania, respaldada en esta posición por los Países Bajos y Suecia. En los próximos días, los nudos del frente transatlántico comenzarán a desatarse. Meloni estaría planificando ser recibida en la Casa Blanca a corto plazo. Al mismo tiempo, Ursula von der Leyen tampoco ha ocultado su intención de reunirse con el presidente estadounidense.
Sin embargo, entre la apretada agenda de la presidenta de la Comisión y los escasos contactos hasta ahora entre Bruselas y Washington, un encuentro bilateral entre ambos en las próximas semanas parece poco probable.
Es más probable, entonces, que antes de reunirse con Trump, Von der Leyen se vea con Narendra Modi en India, donde la Comisión Europea viajará a finales de febrero, en el marco de una estrategia que forma parte de la respuesta global al expresidente estadounidense.