La mujer, originaria de San Salvador asegura que por cuestiones de la vida y el destino llegó hasta México para dedicarse a la cocina, pues comentó que cuando vivía en El Salvador su profesión era periodista, específicamente en la rama del fotoperiodismo deportivo.
La peculiar historia de Brenda Santos inicia cuando se casó con un mexicano, pero por motivos laborales ambos se fueron a Colombia, y tras un año y medio ella tomó la decisión de viajar hasta México, lugar donde se quedó permanentemente y donde dio vida a su nuevo amor por la cocina a través de las pupusas.
Al llegar a un nuevo país, sin conocer a nadie ni tener mayor conocimiento de su entorno, la salvadoreña vio a través de la cocina y las pupusas una forma de salir adelante y generar ingresos económicos. Brenda comenzó a vender pupusas desde su antigua casa en México, pero solo tenía el servicio por encargos y para llevar.
«Yo ya estaba trabajando con fotografía y video porque un amigo de Estados Unidos me contrataba para sus ediciones y yo hacía registros fotográficos y de video…pero la pandemia nos vino a echar a todos agua helada, y me tocó ver de que manera salía adelante, y creo que la cocina se me facilita, siento que tengo un don con el paladar y empecé a hacer pupusas», dijo Brenda Santos.
La historia tomó más impulso cuando junto con una amiga decidieron rentar un local y dar vida a «La Piscucha», un restaurante dedicado a la venta de pupusas en sus diferentes especialidades.
Por diferentes cuestiones de la vida la salvadoreña comenta que el local donde tenía su restaurante cerró, pero actualmente aún se encuentra haciendo pupusas en «La Piscucha» pero desde su casa, y trabaja mediante la modalidad de encargos y servicio solo para llevar.
Brenda comentó que las pupusas han sido bien aceptadas en México, y pese a que su mayor público de consumo son los centroamericanos, hay muchos ciudadanos mexicanos que poco a poco se atreven a probar este platillo y quedan enamorados con el sabor y su preparación.